Basta echar un vistazo para descubrir la dura realidad que existe en el Perú. Se trata de un gran abismo en la educación, un claro contraste entre colegios de la capital como Pío XII, y de aquellos que están casi olvidados, como San Pedro de Ñahuincucho en Huancavelica. Un reportaje mostró a ambas instituciones educativas cuyos alumnos cursaban el sexto grado de primaria y la diferencia fue alarmante. Diferencias desde infraestructura, uniformes, materiales de estudio como libros, cuadernos, lapiceros y útiles en general, hasta la postura, el nivel de expresión, fluidez al hablar y comprensión lectora.
Cada uno de esos niños tiene sueños. Quieren ser 'alguien' en el futuro: doctores, profesores abogados hasta presidentes. Sin embargo, se observan mayores expectativas profesionales en el colegio de Lima. Los otros, en cambio, carentes de motivación y sin un claro ejemplo a seguir, no sueñan en grande, muestran signos de timidez y poca confianza. Las estadísticas indican que el 53.4% de la población infantil de Huancavelica está desnutrida. Además, en las áreas rurales el 19% no termina la primaria y el 62% no culmina la secundaria. Y, para hacer más evidente la desigualdad, en las escuelas del campo apenas reciben 250 horas anuales de clases mientras que los niños urbanos reciben entre 500 y 600. Así, pues, como si fuesen dos países que nunca se han podido unir, eso es parte de la desgracia educativa peruana.
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